WOLTON, SOCIOLOGO
"El rol de los periodistas es
esencialmente político"
Espina dorsal de las democracias cada vez más masivas, el
periodismo es una actividad siempre en la cuerda floja, que debe tender un
puente equilibrado y crítico entre el poder y la opinión pública.
Miguel Wiñazki.
¿Cuál es para usted el rol de los periodistas en la sociedad?
—El periodismo es la espina dorsal de las democracias masivas. El rol de los periodistas es esencialmente político. Son ellos quienes legitiman la información y quienes convierten la información en comunicación. Son los intermediarios indispensables entre el poder y la opinión pública. Pero ocupan un lugar delicado: tienen que mantener relaciones con el público, escucharlo, pero no hacer clientelismo periodístico. Deben mantener distancias y prudentes cercanías a la vez, tanto respecto de la gente, como de los políticos. De lo contrario puede acontecer una tragedia demagógica. Ocurre cuando los periodistas enuncian lo que las audiencias quieren oír, soslayando la información real. Y ocurre otro drama cuando se convierten en voceros de los políticos. En realidad, los periodistas son como volatineros. Deben transitar en una cuerda floja y, sin caerse, caminar por allí, a mitad de camino entre las elites y el pueblo. Su lema tendría que ser: ni elitistas ni populistas. Deberían ser siempre capaces de decir cosas que no le gusten a nadie, pero que sean precisas y verdaderas. Creo que el genio de los periodistas se manifiesta cuando asumen que son de clase media. Porque ése es el origen social de la mayoría de los periodistas, y la clase media es el esqueleto de la democracia.
Algunos afirman sin embargo que frente a las novísimas máquinas de comunicar —que se multiplican como los celulares por ejemplo—, los periodistas profesionales encarnan una especie en vías de desaparición.
—La gran paradoja de la globalización sería la desaparición de los periodistas. Pero no será así bajo ningún aspecto. Su futuro es directamente proporcional al crecimiento de la información y no a la inversa. A medida que avanza la globalización, se vuelve mayor el rol de los periodistas. El crecimiento exponencial de la información, de los diferentes medios y tecnologías de circulación de información, promueve a la vez la existencia de los comunicadores.
¿Por qué?
—Porque la democracia directa sería un horror. Los periodistas son los intermediarios entre ciudadanos y políticos, deben interpretar las informaciones que emiten los políticos y también las que emite la ciudadanía. Esa mediación periodística, esencial, convierte la información en comunicación. Genera una relación racional entre los actores sociales y los políticos. Claro, para eso los periodistas deben ser críticos, tienen que atreverse a criticar. Deben dejar el ansia de estrellato personal de lado, abandonar el individualismo, adquirir una conciencia colectiva. Y además, tienen que aprender más economía. Los periodistas saben en general bastante de política y mucho menos de economía. Y lo que amenaza la libertad de prensa es la economía y sus avatares, mucho más que la política.
Usted ha escrito que en el campo de la comunicación política existen tres actores legitimados para desplegar su palabra en los medios: los políticos, los periodistas y la opinión pública que aparece en los medios a través de las encuestas. Pero, ¿esos sondeos no son los que configuran la opinión pública, efectuando preguntas que obligan a respuestas simplistas, binarias, que al fin y al cabo inducen las opiniones que dicen sondear?
—Efectivamente, aquí hay un gran peligro: la reducción de la opinión pública a los sondeos. Bastaría tomar un solo día en el mundo entero, un solo día, y verificar el inmenso número de sondeos elaborados primero y comentados luego por los medios. Es una locura. Los sondeos son aparentemente objetivos, estadísticos y cuantitativos. Los periodistas se cortan las piernas abandonando su trabajo de investigación para hacer únicamente comentarios de sondeos.
¿Cómo influye Internet en el campo comunicacional? ¿Hacia dónde nos lleva la revolución digital?
—Internet no es un medio de comunicación. Es un sistema de información interactivo. Es una red a la cual nos conectamos. Pero no es un medio en el sentido en que lo son los diarios, la radio, la televisión. ¿Dónde radica la diferencia? En un medio tradicional, en un diario generalista (de información general), todo está organizado en función de la demanda. Me explico: hay una representación de la demanda, los editores intuyen, miden y piensan en lo que necesitan las audiencias, y a partir de allí se organiza la oferta. Y esa oferta es diversa: hay contenidos relativos a la política, a la economía, a los deportes, a la salud, a la religión. En los medios tradicionales conviven la diversidad, los intereses disímiles. Los temas diversos cohabitan en los medios tradicionales, tal como debería cohabitarse en la sociedad. Cuando usted ojea un diario mira todo eso: política, economía, fútbol, de todo... En Internet ocurre exactamente lo contrario. Quien se conecta tiende a buscar lo que le interesa sólo a él mismo. La religión, la pornografía, o la vida de las hormigas. Es lo opuesto a la cohabitación. Se debilitan los vínculos sociales. Por eso creo que los medios tradicionales son superiores. De todos modos no hay que equivocarse. Internet es completamente disfuncional con el autoritarismo. Claro, no es Internet lo que crea la conciencia democrática. Puede acelerarla, pero antes, de manera previa y sustancial, deben existir los periodistas y los medios tradicionales.
Usted postula la "cohabitación" comunicacional. El respeto de los otros por los otros, el diálogo entre los unos y los otros, y concibe a los medios auspiciando esa "cohabitación". ¿No es una utopía?
—Por supuesto. Es una utopía positiva. Es el gran tema de la democracia: tolerarnos, cohabitar. Tenemos que aspirar a eso en todos los planos. En la dimensión social, en el plano familiar, en el empresarial. Los medios tienen que tender a favorecer la cohabitación, a representar a los unos y también a los otros. A respetar la diferencia.
¿Cuál es para usted el rol del Estado en el espectro mediático?
—Por desgracia, Estado tiende a confundirse con gobiernos. O, más bien, los gobiernos pretenden asimilarse al Estado. Pienso de todos modos, y por eso mismo, que hacen falta leyes fundamentales que garanticen el pluralismo y sobre las cuales los grupos de comunicación puedan apoyarse para resistir un poco la presión política y la opresión económica. No hay libertad de prensa sin ley. La ley protege a los débiles y los periodistas son un eslabón débil de una larga cadena. La desregulación es lo contrario a la libertad. Es exactamente lo que piden los Estados Unidos: desregulación absoluta. Así el resto queda a merced del más fuerte.
¿Los medios de los países centrales —los franceses, por ejemplo— no son precisamente centralistas y autorreferenciales? ¿Qué reflejan y qué saben de
—Espere, quiero decirle que el mundo entero vio la tragedia argentina del 2001. Todo el mundo se enteró a través de los medios de la crisis económica que vivió su país, todo el mundo vio el desmoronamiento de la sociedad, la humillación a la que fue sometido un país culto. Para un francés, enterarse a través de los medios franceses de la debacle argentina significó un golpe.
¿Cuál es esa diferencia fundamental que usted establece entre comunicación e información?
—Informar es transmitir, pero transmitir no es comunicar. La información es el objeto, la comunicación es la relación. Comunicación es relación, es interrelación. La información es la mera difusión de datos.
¿Y por qué no basta con difundir datos y nada más?
—Porque la gente piensa. Es tan simple, tan elemental y tan profundo como eso. Lo esencial es comprender que el público es inteligente. Que los receptores decodifican los mensajes que reciben. El público es activo; pide opiniones, miradas diferentes, pluralismo.
¿Entonces usted es un creyente, una especie de devoto de los medios tradicionales?
—Soy optimista respecto de la prensa escrita. Es más, diría, en términos ideales, que ningún diario debe morir. Ninguno.
Copyright Clarín, 2005.
WOLTON Dominique (2005). "El rol de los periodistas es esencialmente político",
Diario Clarín, edición domingo 10 de julio de 2005. disponible en https://es.scribd.com/document/53242385/El-rol-de-los-periodistas-es-esencialmente-politico
Diario Clarín, edición domingo 10 de julio de 2005. disponible en https://es.scribd.com/document/53242385/El-rol-de-los-periodistas-es-esencialmente-politico